Cerramos la semana con un post reflexivo. Las medidas sin duda van a continuar endureciéndose y seguramente sea lo mejor para todos.
Cuantos casos indignantes escuchamos en estos días, desde las colas de los «vivos» que se fueron a la costa a disfrutar, los embotellamientos en panamericana de la gente yendo a pasear el finde, el surfer, el que salió de su casa para regar las plantas en la oficina, el que «salío a fumar», los más de 3000 detenidos por incumplir la cuarentena etc, etc, etc. La gota que revalsó el vaso! caos en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires.
Cuando comencé a escribir esta nota no se porque me acordé de la letra de Cambalache. Dejo un pequeño extracto ya que es algo extensa:
Hoy resulta que es lo mismo
Ser derecho que traidor
Ignorante, sabio, chorro
Generoso estafador
Todo es igual
Nada es mejor
Lo mismo un burro
Que un gran profesor
No hay aplazaos(que va a haber)
Ni escalafon
Los inmorales nos han igualao
Si uno vive en la impostura
Y otro afana en su ambicion
Da lo mismo que sea cura
Colchonero, rey de bastos
Caradura o polizon
La canción fue escrita en 1934 y hoy, 86 años después seguimos siendo la misma sociedad, da un poco de frustración ¿no? Nada cambió, cero crecimiento, seguimos siendo iguales.
En nuestra propia escala, casi todos comentemos algún pequeño acto de corrupción o de «viveza» que consideramos inofensivos o insignificantes.
Esta semana salí un solo día a comprar. Fui a la verdulería y me indigné mas o menos 50 veces en media hora que habré esperado.
- Gente yendo a comprar en pareja.
- Gente colándose, de hecho una señora mayor lo intentó dos veces.
- Gente comprando dos manzanas y una papa, literal. ¿Fuiste a la verdulería con la excusa de salir de tu casa?
- La gente esperando en filas que no le correspondían. O sea, había 3 locales con fila de espera y se paraban en cualquier fila hasta que se daban cuenta que no era la indicada. ?
- Gente charlando muy juntita como si nada pasara.
- Gente que se coordinaba con otro para ir hacer las compras juntos.
Sinceramente tenía algo de esperanza de que ante una crisis de tamaño mundial los argentinos íbamos a poder dejar de ser los típicos argentos ventajeros y desconsiderados. Pensaba que lograríamos abrir los ojos y comenzar a comportarnos como una sociedad responsable. Sin embargo, todo lo que vimos estos días nos muestra que seguimos siendo «los más vivos del mundo».
Tenemos el país que nos merecemos!